PISTAS FORMATIVAS
El ministerio ordenado, por su propia naturaleza, puede ser desempeñado sólo en la medida en que el presbítero esté unido con Cristo mediante la inserción sacramental en el orden presbiteral, y por tanto en la medida que esté en comunión jerárquica con el propio obispo.
El ministerio de los presbíteros es, ante todo, comunión y colaboración responsable y necesaria con el ministerio del obispo, en su solicitud por la Iglesia universal y por cada una de las Iglesias particulares, al servicio de las cuales constituyen con el obispo un único presbiterio.
Cada sacerdote, tanto diocesano como religioso, está unido a los demás miembros de este presbiterio, gracias al sacramento del orden, con vínculos particulares de caridad apostólica, de ministerio y de fraternidad. En efecto, todos los presbíteros, participan en el único sacerdocio de Cristo cabeza y pastor, "trabajan por la misma causa, esto es, para la edificación del cuerpo de Cristo, que exige funciones diversas y nuevas adaptaciones, principalmente en estos tiempos, y se enriquece a través de los siglos con carismas siempre nuevos.
Finalmente, los presbíteros se encuentran en relación con los laicos, ya que su figura y su misión en la Iglesia no sustituye, sino más bien promueve el sacerdocio bautismal de todo el pueblo de Dios, conduciéndolo a su plena realización eclesial. Están al servicio de su fe, de su esperanza y de su caridad.
Número 17 de la Exhortación Apostólica PASTORES DABO VOBIS de San Juan Pablo II.
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