Géneros de los salmos


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No todos los salmos son iguales. Los estudiosos han identificado diferentes géneros que ayuda a comprenderlos mejor, aunque cada uno de ellos sea único. El género más numeroso es el de los himnos, alabanzas al Dios que actúa en la creación y en la historia (Salmo 8; 19; 29; 33, los himnos de Yahvé rey, 93, 96-99, etc.). Los himnos solían ser cantados en el culto del templo y suelen comenzar por una invitación hímnica («alabad al Señor, todas las naciones»: 116,1) y continuar por un elenco de motivos («firme es su misericordia con nosotros»: 116,2).

Otro género muy común es el de las súplicas (Sal 5-7; 17; 22, etc.), oraciones tanto individuales como colectivas dirigidas a Dios para que libre al orante de una dificultad (enfermedad, persecución, destierro, etc.). La estructura base suele comenzar por una introducción invocando a Dios, la descripción de la situación apurada, la súplica y los motivos, y suele terminar con una profesión de confianza. Las acciones de gracias son súplicas en las que se incide en el final venturoso (Sal 9-10; 40, etc.). Los doce salmos escogidos en estos guiones pertenecerán al género de las súplicas.

Un tercer grupo, menos formalizado, es el de los salmos didácticos, cuya finalidad es enseñar y transmitir la fe en el Dios de Israel. En este grupo podemos incluir los salmos históricos (78; 105; 106), que cantan las hazañas del Señor en el pasado; los salmos litúrgicos, que describen procesiones en el templo (15; 24; 91; 95; 134); los salmos proféticos, que comunican oráculos divinos (14; 50; 52; 53; 75; 81); o los salmos sapienciales, que son reflexiones y exhortaciones a una vida sabia, temiendo al Señor (1; 37; 49; 73; 112; 119; 127; 128; 133; 139).

No obstante, aunque los salmos puedan ser analizados a partir de estos y otros géneros menores, cada salmo es original y debe ser leído y rezado en su especificidad

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